11 de mayo de 2009
Sabor a derrota
Uno pensaba que Milan, luego del empate de Inter en Vérona ante Chievo, dejaría todo en la cancha, buscando ese triunfo que podría reabrir, aún que sea por una semana, el discurso Scudetto. También suponía que Juventus, luego de las críticas feroces recibidas en la semana, trataría de conseguir una victoria prestigiosa, buscando aún que sea recuperar la segunda plaza. Nada de todo eso pasó en San Siro: el clásico entre los dos equipos con más títulos de Italia sirvió apenas para dejar en claro las razones por las que Inter será, también en esta temporada, un justo campeón. Porque ambos se conformaron con lo poco que tienen en este momento, Milan cuidando los cuatro puntos de ventaja (siete respecto a la cuarta plaza) y Juventus tratando de no sufrir otra derrota traumática. Al final, el partido hasta acabó siendo entretenido y apasionante, porque en los últimos minutos se armó un ida y vuelta infernal, con los equipos larguísimos y llegadas en los dos arcos, pero hasta que el aspecto táctico se mantuvo correcto, Juventus nos pareció un poco más, más ordenada, más práctica y más contundente, máxime porque las piezas más importantes de Milan (Kaká, Pirlo y en cierta medida también Seedorf) estuvieron muy lejos de su mejor nivel y se demostraron, extrañamente, muy poco precisos. En suma, fue un partido mediocre, que reflejó lo que realmente es en este momento: un clásico para segundones. Al final el empate fue firmado por los goles de Clarence Seedorf y Vincenzo Iaquinta, quien fue por lejos la figura del match. Con este resultado, Milan suma 71 puntos y queda a siete unidades del puntero Inter que, ganando en casa ante Siena el próximo domingo, será matemáticamente el campeón. Juventus, por su parte, con 67 está tercera y mantiene tres unidades de margen respecto a Fiorentina, cuarta. Milan salió a jugar con Flaminí lateral derecho y Kaká en posición de segundo atacante, con Seedorf enganche. Juventus, por su lado, se paró con un sólido 4-4-2, con Camoranesi y Marchionni aleros y Amaurí e Iauqinta formando la dupla ofensiva. Milan demostró desde un comienzo, con la circulación lenta y casi cansina, que consideraba el empate un excelente negocio, mientras que Juventus, con su prudente pragmatismo, hasta parecía algo más peligrosa en las jugadas de contra. En suma, el primer tiempo fue malísimo y muy aburrido, con contadas llegadas, casi todas en favor de Juventus que, con la potencia física de sus dos delanteros, complicaba la defensa local cada vez que lanzaba un pelotazo hacia adelante. Con respecto a la fase defensiva, la Vieja Señora presionaba con feroz determinación a los creadores rossoneri, quienes por encima, como quedó dicho, se mostraban pocos precisos. Para peor, las condiciones imposibles de la cancha complicaban aún más el juego, con resbalones de un lado y del otro a cada rato. En la segunda etapa el trámite siguió igual, hasta que Juventus no cometió un error táctico: en jugada de tiro libre, la pelota volvió hacia atrás y Legrottaglie la perdió ingenuamente, desencadenando el contragolpe de Milan. Inzaghi, que había picado detrás de la línea central, se fue hasta el fondo por izquierda y la tocó hacia atrás para Ambsorini, quien quiso rematar pero la mordió, con tanta suerte de que le salió una asistencia hacia el segundo palo, para el ingreso goleador de Seedorf. Ni el tiempo de festejar y Juventus encontró el empate con una linda jugada, en este caso mucho menos casual: Camoranesi metió el centro pasado para el segundo palo, donde Iaquinta aprovechó las ventajas concedidas por un volante puesto a defender (Flaminí), le ganó físicamente y, en zambullida, pudo cabecear al gol. Hay que gastar un párrafo para el arbitraje, realmente de pésima calidad. Una vez más, al permitir desde un comienzo el juego violento, el estilo del referí acabó favoreciendo claramente a un equipo respecto al otro, más allá de los errores puntuales que, por lo menos, no fueron muchos. Pero hubo un error grave, que fue la expulsión de Favalli por una jugada que ni siquiera había sido falta. El mismo Del Piero, supuesta víctima, trató de atestiguar el hecho frente al referí, quien sin embargo ya había mostrado la roja y no quiso desdecirse. La expulsión le agregó una pizca de emoción al final, porque Milan trató con mucha generosidad de hacer lo que no había hecho antes, es decir tratar decididamente de ganarlo, y Juventus encontró espacios muy grandes para las contras. Además, los jugadores estaban realmente muy cansados y eso aumentó aún más esa sensación de equipos quebrados al medio y de "ruleta rusa" en las dos áreas. Al final no pasó nada, claro, pero por lo menos los minutos conclusivos fueron emotivos y valieron el precio de la entrada.
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